Contaminación acústica: qué es y cómo se mide

Por definición, la contaminación acústica es el sonido no deseado o excesivo que puede producir efectos negativos en la salud humana y en la calidad del ambiente circundante. La contaminación acústica se genera a menudo en las plantas industriales, pero también se produce por carreteras ocupadas, ferrocarriles, aeropuertos y actividades de construcción.

Medir y percibir el ruido

Las ondas sonoras son vibraciones de moléculas de aire transportadas desde una fuente que genera el sonido hasta el oído. El sonido normalmente se describe en términos de volumen (amplitud) y altura (frecuencia) de la onda. El volumen (también llamado nivel de presión sonora, o SPL, sound pressure level) se mide en unidades logarítmicas llamadas decibelios (dB).

El oído humano normal puede detectar sonidos entre 0 dB (umbral de audición) y aprox. 140 dB, con sonidos entre 120 dB y 140 dB que causan dolor (umbral de dolor). El SPL en un ambiente como una biblioteca suele ser de unos 35 dB, el de un autobús o metro se acerca a los 85 dB mientras que el de las obras roza los 105 dB en la fuente. Naturalmente, cuanto más distancia separa la fuente de la persona que la percibe, más disminuye el nivel de presión sonora.

La tasa de transmisión de la energía sonora, la intensidad del sonido, es proporcional al cuadrado del SPL. Dada la naturaleza logarítmica de la escala de decibelios, un aumento de 10 dB representa un aumento de 10 veces la intensidad del sonido, un aumento de 20 dB representa un aumento de 100 veces la intensidad, un aumento de 30 dB representa un aumento de 1.000 veces la intensidad, y así sucesivamente. Por el contrario, cuando la intensidad del sonido se duplica, el SPL aumenta solo 3 dB. Este concepto puede explicarse de forma más sencilla a través de un ejemplo. Si en una obra está en acción un martillo neumático que produce un nivel de ruido de 90 dB, cuando un segundo martillo, idéntico al primero, comienza a trabajar a su lado, el ruido total será de 93 dB. Por el contrario, si dos fuentes emiten dos SPL diferentes, el más bajo será «oscurecido» por el más alto.

La frecuencia de una onda acústica se mide en ciclos por segundo (cps), aunque comúnmente se utiliza otra unidad de medida, los Hertz (Hz). El tímpano humano es un órgano muy sensible con un rango dinámico capaz de percibir frecuencias de 20 Hz a 20.000 Hz. El rango de frecuencia en el que normalmente se mueve la voz humana está entre 250 y 2500 Hz.

Las mediciones precisas y las descripciones científicas de los niveles acústicos a menudo difieren de la percepción subjetiva humana y de las diversas «opiniones» sobre el sonido. De hecho, la respuesta subjetiva humana al ruido depende tanto del tono como del volumen. Las personas con audición normal generalmente perciben los sonidos de alta frecuencia más fuertes que los sonidos de baja frecuencia de la misma amplitud. Por este motivo, los sonómetros electrónicos utilizados para medir los niveles de ruido tienen en cuenta las variaciones del volumen percibido en función de la altura. Los filtros de frecuencia insertados en los medidores están destinados a equilibrar el dato medido con la sensibilidad del oído humano y, en consecuencia, el ruido relativo de los diversos sonidos percibidos.

Contaminación acústica

La contaminación acústica y sus efectos

El ruido puede ser mucho más que una simple molestia. De hecho, cuando se alcanzan determinados niveles y tiempos de exposición, el propio sonido puede causar daños permanentes en el tímpano y en las distintas células del interior de nuestros oídos. En casos extremos, esto puede conducir a una pérdida de audición permanente parcial o total. Normalmente, la pérdida de audición no se produce por una exposición prolongada superior a 80-85 dB, pero las personas que se exponen repetidamente a más de 105 dB sin interrupción es muy probable que noten pérdida de audición en algún momento.

Además del efecto secundario que acabamos de describir, la exposición a un nivel de presión sonora excesivo puede provocar aumentos elevaciones de la presión arterial y del pulso, causar irritabilidad, ansiedad y fatiga mental, e interferir en los patrones de sueño y comunicación. Controlar la contaminación acústica lo más posible es muy importante, tanto en el lugar de trabajo como en el ambiente en el que se vive a diario.

Las ordenanzas y leyes promulgadas por las autoridades locales, regionales y estatales son sin duda una ayuda para limitar la contaminación acústica. A nivel italiano, la ley de referencia para la contaminación acústica es la 447/95, que delega a las distintas instituciones locales el control de los niveles de ruido. A continuación, con la directiva de la Comunidad Europea nº 49 de 2002, se definieron los parámetros para evaluar uniformemente los niveles de contaminación. Esta directiva se transpuso a la legislación italiana con el Decreto Ley 194/2005.

Además de las leyes en vigor, la OMS (Organización Mundial de la Salud) dijo que el nivel máximo de ruido debe ser de 65 dB por día y 55 dB por noche, y que el nivel óptimo no debe exceder los 45 dB. El Código Civil de nuestro país también menciona la contaminación acústica, instando a los ciudadanos a contener el ruido y a tomar ellos mismos medidas para reducir los niveles de presión sonora, incluso instalando soluciones fonoabsorbentes o fonoaislantes.

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